Si lo vemos todo desde un punto de visto crítico, podemos decir que, desde luego, el Imperio Soviético ya no es lo que era. La Rusia de todas las Rusias se ha ido  desmembrando poco a poco, y de todo su poderío político, financiero y cultural, no ha ido quedando más que el recuerdo. El siglo pasado marcó un antes y un después en la historia de los soviéticos, que vieron cómo pasaban de la monarquía absoluta al comunismo dictatorial, y después a una democracia que hay que coger con palillos, sin saber muy bien qué derechos y deberes se conceden a sus ciudadanos. Pasaron de la Guerra Fría a una serie de guerras en territorios asiáticos, a veces más por probar su dudoso poderío militar que por verdaderos intereses; y al final, entre derrotas bélicas, caída del comunismo y bloqueo del capitalismo, tuvieron que salir a flote como pudieron.

¿Y ahora, en pleno siglo XXI, cómo le va a Rusia? Bien, pues está claro que las nuevas generaciones de rusos han tenido que adaptarse a los cambios que se les han venido encima en todos los ámbitos, muchos de ellos casi sin verlos venir. En estos últimos años, sin embargo, han disfrutado de cierta estabilidad, aunque no por eso han tenido que cambiar muchos aspectos de su vida diaria. En los últimos tiempos la sociedad sobre todo ha sufrido muchos cambios, efecto de todo lo que se había arrastrado durante más de 100 años; así que las clases sociales, el mercado laboral, e incluso las tendencias sexuales en Rusia se han ido modificando para adaptarse a la nueva realidad. Y en ocasiones, casi ni se puede reconocer en la nueva sociedad rusa aquella que todos creíamos conocer.

Porque, reconozcámoslo, en occidente no estamos realmente muy interesados en lo que pasaba en el antiguo imperio ruso, más allá de los placeres que podría proporcionarnos, a saber: viajes, vodka y mujeres guapas. El turismo sigue funcionando, el vodka ruso nos llega ahora incluso a menor precio que antes, y las mujeres procedentes de la antigua Unión Soviética ahora campan a sus anchas por nuestro país. Son ellas las que nos han dado la pista de que realmente la sociedad rusa estaba cambiando sus estándares en lo que se refería a la sexualidad, que desde aquí no se veía demasiado liberal. Si bien escuchamos lo promiscua que era la aristocracia rusa, sabemos que eso no pasa tan fácilmente en el pueblo llano, sobre todo en una ciudadanía tan religiosa y beata como soviética, dominada durante siglos por la Iglesia ortodoxa. Y ver a mujeres preciosas paseándose como tal cosa por Europa y América, sin ninguna carabina y sin hombres que las siguieran, nos dio la pista de que algo cambiaba por aquellos lares.

Y eso que los videos porno ya nos habían anunciado algo, cuando empezamos a ver rusas follando a mansalva, protagonizando  calientas escenas que todo el mundo podía ver gracias al porno online. De hecho, reconozco que al principio yo fui un poco escéptico, porque ¿cómo podíamos saber que realmente esas tias calientes procedían de Rusia? Claro, parece que luego la industria de las peliculas porno también se desarrolló por la fría Siberia, y fue difícil dudarlo cuando todos los créditos dejaban bien clara su procedencia. Y bien, no  había trampa ni cartón, esas rubias nórdicas que a veces habíamos confundido con suecas o alemanas, realmente venían directamente del centro de la antigua URSS.

Sin embargo, hay quien se queja de que esta libertad, o más bien libertinaje, en que se ha introducido la sociedad rusa con respecto al sexo no es muy natural. Es totalmente contraria a su cultura, y ciertamente parece haber aparecido gracias a los cambios sociales que esta sociedad ha venido sufriendo en estos años. Aunque la prostitución está prohibida, es común ofrecer sexo a cambio de algún tipo de trabajo, sin que esto sea objeto de ningún escándalo demasiado exagerado. ¿Se están hundiendo en la depravación, o realmente es un paso para una sociedad superior?